Las Navidades, ya están aquí y aunque todos los años vuelven, no termino de acostumbrarme.
Lo siento, soy de esas extrañas personas a las que la Navidad pone los pelos de punta, si ya lo se.. Noche de paz, noche de amor, dulce Navidad, el milagro de la Navidad, las caritas de felicidad de los niños con las luces, los regalos, el árbol, dulces, turrón, comidas ricas, todo esto es genial, pero y que hay de los Centros comerciales abarrotados, gente corriendo de un lado para otro como si fuese el fin del mundo, colas interminables para pagar, el follón con la nieve de imitación del Belén (que luego te pasas recogiendo bolitas de esas blancas hasta agosto), las cenas familiares (que empiezan muy bien y acaban la mayoría como la 2ª Guerra Mundial), los regalos (que te vuelves loca buscando para agradar a todo el mundo y..., bueno ya se sabe que muchos terminan colgados en E-Bay), las prisas, el agobio, los "villancicos", las panderetas, en fin que no, que no me gustan las Navidades.
Cuando era pequeñaja, me encantaban como a todos los enanos, era "Guay" (hace poco un amigo me comentaba, que esto ya no se decía, seguro que no, pero yo es que soy de la generación del 72 y me gusta la palabra, suena "Guay").
Pues eso, de pequeña todo era fiesta, regalos, ver a tus primos de allí lejos y lo mejor, casi un mes sin ir al cole, vamos lo más.
Recuerdo que mis padres todos los años, nos llevaban al centro a ver Cortilandia, si, soy una niña "Cortilandia", con los años que han pasado y la jodía cancioncita la sigo recordando a la perfección, me se la letra entera.
La última vez que fuimos, fue la leche; 11 de la mañana, metro Puerta del Sol, íbamos la cuadrilla al completo, mis padres, mi tía Carmen, mi primo, los plastas de mis dos hermanos (eran como Zipi y Zape, uno rubio otro moreno e igual de malos), mi prima Luz y yo, aquello lo recuerdo como si fuese ayer, había tanta gente entrando y saliendo de la boca del metro, que en cuestión de segundos, andábamos cada uno por un lado, con los consiguientes gritos de nuestros padres: ¡No os separéis!, ¡Seguir subiendo!, ¡Cuando lleguéis arriba, cogeros de la mano y poneros en un rincón!, aquello más parecía una evacuación, que un apacible paseo navideño.
Cuando conseguimos reagruparnos (lo veis, como en una guerra), mi prima y yo nos mirábamos y nos dio un ataque de risa, con lo monos que habíamos salido todos de casa, tan peinaditos (con esas coletas que aunque estuvieses de mala leche, no quedaba más remedio que sonreír, de como te tiraban las puñeteras), pues estábamos hechos un cuadro, la ropa toda arrugada, los zapatos llenos de pisotones, nuestras madres tan de "pelu" siempre, todas despelufras y mi padre el pobre con las gafas torcidas, ufff casi no lo contamos, lo único bueno de ese día fue que nuestras coletas desaparecieron (con la excusa del forcejeo en la batalla) y se olvidaron de volver a ponérnoslas, ahhh! y el bocata de calamares en la Plaza Mayor, porque lo demás, mejor olvidarlo.
Por seguir la tradición, hace unos años llevé a mi hija la mayor para verlo, más de lo mismo, pero en esta ocasión para lograr llegar al parking de Las Descalzas, lloviendo a cantaros, cientos de personas apretujadas y un árbol que cantaba... la misma canción. No he vuelto más ni pienso.
Ahora solo de pensar en adentrarme en un Centro Comercial en estas fechas, me entra urticaria, suelo ser de las que compra todo el mismo día, para no tener que repetir experiencia y si puedo en Noviembre, así me evito los villancicos del hilo musical y los adornos horteras, pero está visto que o me planteo seriamente el año que viene empezar a comprar las cosas en Agosto o no me libro de ello ni con un "Red Bull", ¡que ya empiezan a adornar todo en Octubre!.
Este año voy retrasada con las compras, ya tengo la interminaaaaable carta de Papa Noel y de Los Reyes Magos de mi peque, ¡claro!, estos críos de ahora quieren regalos de ambos (si unos son magos y el otro tiene una cuadrilla de elfos, que le fabrican los juguetes, ¿a ti que más te da, que pida 50 cosas a cada uno, si es mágico?).
Mágico... magia es lo que yo tengo que hacer para que la directora de mi banco, no me denuncie cuando la llega el extracto de mi tarjeta de crédito. Por que no es una muñeca, noooo son 4 las que pide la niña y todas son I-m-p-r-e-s-c-i-n-d-i-b-l-e-s, pero también quiere una Wii (con juegos por supuesto) y una mochila y un juego de mesa y un disfraz y un puzzle y un, y un, y un, así hasta el infinito "y más allá".
Mal está lo de la tarjeta (que a mí la cuesta de enero, me cuesta subirla hasta mayo), pero el día X, el que te pones como inexcusable para ir a por los regalitos un INFIERNO.
Resulta que cuando llegas con tu lista en una mano y el catálogo con las fotos en la otra (para reconocer los juguetes, que algunos tienen unos nombrecitos..), empiezan los problemas:
·La Winx alas mágicas morena está agotada, o te la llevas rubia o en lugar de con alas, la coges en moreno pero la rockera; dos horas con las muñecas y sabiendo que hagas lo que hagas, la has cagado.
·La mochila supermega de las Monsters sin ruedines en blanco y negro, está desaparecida en combate, la tienes en colores y con ruedines; así que te toca irte a otro Centro comercial hasta dar con ella, porque este año "es lo más" y tu hijita te ha asegurado morir si no se la traen.
·El juego de mesa que ha pedido, según coges la caja por lo que pesa, ya sabes a ciencia cierta que es un asco, de cartón piedra y un coñazo de mucho cuidado y aunque has intentado convencerla, ella obstinada quiere su Antón-Zampón, ¡halaa!, 30 eurazos a la basura y todo sea por ver "sus caritas de alegría, cuando vean los regalos".
Total que te tiras todo el día de un lado a otro, mirando, buscando, eligiendo, sacando la cartera y volviéndola a guardar, con dolor de espalda, de pies, de cabeza, con la ropa llena de trocitos de papel celo de cuando has envuelto los regalos (yo es que bajo presión no funciono y tener que envolver los regalitos, con un montón de gente detrás de mí esperando para hacer lo mismo, me atora y me lío con las tijeras, con el papel, con el celo, vamos un churro me termina saliendo).
Luego cuando llegas a casa todavía queda distraer al pequeño monstruito, mientras que tú intentas esconderlo todo en el armario, en plan "Tetris" y bien tapadito, para que el mico no los vea antes de tiempo y se descubra toda la gran mentira, con el consabido disgusto de la niña.
Después de este sinvivir, llegan las comidas-cenas familiares y esto es el acabose, yo no puedo con ellas, malo si te toca en tu casa y tienes que encargarte de todo (no paras de currar, no comes de nada, todo el mundo te pide algo con la excusa de que no están en su casa, vamos estás de chaquita toda la puñetera noche y cuando se van, mejor ni pensarlo, dos días hasta que la casa vuelve a tener su estado original, hasta 4 lavavajillas he llegado a poner yo y que si que friegan solos... ¡Cariño! hay que meter la vajilla y sacarla, que a esto todavía no llegan, no te jode.
Pero si te toca ir a casa de otro, no se yo que es peor... a mi me da vergüenza ir a casa de alguien y no echar una mano, así que al final curro igual o más que en la mía, con lo cual tampoco como mucho que digamos y como la mayor parte del tiempo estoy yendo y viniendo de la cocina, pues me tienen igualmente de chaquita, total como ya estoy levantada.
Independientemente de que sea en casa propia o ajena, luego está la previsible tensión en esta clase de eventos, en todas, TODAS las familias existe algún roce, mal rollito y claro tantas horas juntos, tanto alcohol y tanto crío pegando berridos, acaba liándose la de Dios. Todo el mundo cabreado y hasta el año que viene que parece que nos pone esto de pasar un mal rato oye.
Así que yo como todos los años por estas fechas, deseándito estoy que llegue el día 7 de Enero y que pasen despacito, despacito los 365 días que quedan para la próxima "entrañable" Navidad.
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