Deja crecer tu imaginación

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jueves, 12 de septiembre de 2013

Pasos inevitables de la vuelta al cole. (Parte I).

Además de como ya he comentado que las vacaciones de verano 
finalizaron, Septiembre nos regala una alegría más...

                                                LA VUELTA AL COLE

Para añadir una emoción más a tu depresión post-vacacional, las ya conocidas: vuelta a la rutina, la perdida del moreno (el de la piel, no el que algunas se han ligado en la costa, aunque eso también puede producir depresión), los kilitos de más a base de tortillas de camarones y cañas, el recibo de la VISA del mes de Agosto... en fin todas esas pequeñas cosillas que trae consigo este mes, pues por si fuera poco, nuestros monstruitos empiezan el curso.

A pesar de que nos hemos vuelto previsores y que en los colegios ya el último día de clases, junto con las notas, te adosan el listado de los libros y la supermegalarga lista del material para el curso venidero, como buenos españoles, a lo máximo que llegamos es, a encargarlos en la librería o Centro Comercial más próximo. Y eso no todos, también os lo digo.

Lo del material ya como que lo dejamos para más adelante, que el verano es muy largo y los niños terminan usando las pinturas, rotuladores, folios, etc... y los tienes que volver a comprar, así que para qué.

Entonces no nos queda otra que la primera semana de este mes, hacerlo todo junto y ahí es donde la cagamos, porque te estresas si o si.

Paso nº 1.

Probar el uniforme del curso anterior a nuestros retoños. Que si tu has engordado unos kilitos, ellos ni te cuento con tanto helado, bolsas de chuches y demás guarrerías.

Por mucho que le pidas al angelito que encoja la tripa y que no respire, mientras intentas subir la cremallera, aquello es una batalla perdida, le falta una cuarta a la puñetera falda.

Entras decidida en la página web del colegio (porque ahora son muy modernos
y todos tienen una) y vas al apartado de uniformes, pinchas, buscas falda talla 14 (aunque tu hija solo tenga 9 años, pero es que han sido muuuuchos helados) y ahí es donde te da el soponcio, la falda hortera, feísima y de una tela de pésima calidad, cuesta la friolera de 45 €, agggggggggggghhhhh!!!.

Miras la pantalla del ordenador, miras a la niña, de vuelta al ordenador y la dices:

-Cariño, tu mete tripa que es muy bueno, no subimos la cremallera del todo y el polo lo dejamos por fuera, que en cuanto empieces el trajín del cole adelgazas seguro- la pobre criatura te mira como si estuvieses loca, pero lo importante en este punto, es no sostener su mirada y pasar al siguiente tema, como el que no quiere la cosa.

Paso nº 2.

Es muy típico que justo a 10 días de finalizar las clases en Junio, el niño/niña/mono trepador, destroce de tal manera los zapatos, que ni con el pega todo de Bricomanía tengan arreglo. Por lo que los que tuviste que comprar en esa fecha están impolutos, respiras aliviada, te encaminas al zapatero y con unos calcetines y mucha paciencia, intentas que se los prueben.

Para empezar, el crío que lleva 3 meses asilvestrao, andando descalzo a todas horas o como mucho con las chanclas (esas que ha puesto tan de moda el colgado de Frank de la Jungla), se retuerce como un poseído cuando intentas colocarle los calcetines e inexplicablemente se le ponen a sudar los pies como si no existiera mañana, por lo que pasar los mismos más allá del talón, se convierte en una lucha titánica.

Una vez conseguido el objetivo, introduces el piececito del infante en el zapato y... al puñetero niño le ha crecido el pie, a lo largo y a lo ancho como si fuese un hobbit y eso no tiene apaño por ningún lado, aunque a la pobre criatura le limes las uñas de los pies, hasta hartarte.

Paso nº 3.

Los libros de texto, como hemos dicho anteriormente, como somos previsores, en Junio los encargamos en el Centro Comercial de al lado de casa y como los encargados de estos menesteres en estos sitios, son muy eficientes ( unos pobres críos, a los que contratan puntualmente para este marronazo), hemos recibido nuestro correspondiente mensaje vía móvil, informándonos de que nuestra reserva de libros está completa y podemos pasarnos a retirarla, cuando nos parezca conveniente.

Así que para allá que vamos, con nuestra resguardo en la mano, pensando ilusos de nosotros que va a ser cuestión de 10 minutillos y otra cosa finiquitada.

Pero cuando llegas al stand de reservas de libros, te encuentras con una cola de gente, que ni el cine Callao cuando estrenaron Parque Jurásico (que estuve allí y acabé con ganas de que el Tiranosauro Rex gigante que habían colocado en la marquesina, cobrará vida y acabase con aquel infierno), a lo que voy que me disperso, te colocas en esa fila interminable y vuelves a pensar ilusoriamente que irá rápido... para nada, porque ya hemos dicho que los pobres pringadillos que están atendiendo, no han trabajado nunca en su corta vida, están acobardados y bloqueadísimos ante tanta madre histérica.

Finalmente, cuando llega tu turno, sacan los libritos y te comunican con una risita nerviosa que falta 1, que está agotado en la editorial y están haciendo todo lo humanamente posible, para conseguírtelo. Mentira, te pasas las 3 semanas siguientes llamando por teléfono, para ver si lo han traído y nunca más se supo, al final terminas buscándote la vida por otro lado.


Si no eres del grupo de los previsores y perteneces al de español-español, es decir a estilo me cagoendiez y lo que salga, te toca recorrer todas las papelerías del mundo mundial ( vamos las 4 o 5 de tu barrio, porque si eres de esta clase, no vas a molestarte mucho más) y terminas encargándoselos a "Papelería Lolita", que con cara de pocos amigos, te dice que si, que te los traerá, pero que como está a punto de comenzar el curso, que igual tardan un poco (traducción:te los voy a traer, pero cuando a mi me dé la real gana, que siempre venimos en el último momento y con prisas).

A todo esto ni añadir tiene, el amago de infarto que sientes, cuando llega la hora de pagarlos los compres donde los compres.

Paso nº 4

Una vez mirado, remirado, comprobado, comprobadísimo, por ti, por tu pareja, por todo bicho viviente que pase por casa, que en efecto, el dichoso ISBN (es ese numerito que tiene los libros en la parte de atrás, encima y debajo del código de barras), coincide totalmente con la lista entregada por el centro escolar, pasamos a la ardua tarea de... forrar los libros.

Hay 2 opciones:

El plástico de toda la vida de forrar libros y el más moderno plástico auto adhesivo.

Personalmente prefiero el de toda la vida, aunque tenga que pasarme toda la tarde, cortando tiras de papel celo y pegándolas al borde de la mesa. Algo que en apariencia, es algo sencillo de realizar, a las personas poco mañosas para los trabajos manuales se nos convierte en un mundo.

El forro se te queda o muy tirante o muy flojo.

Al cortar los picos que dan al lomo, a ti se te va la tijera y tanto arriba como abajo, siempre queda un trocito del libro sin cubrir.

El celo se te dobla y se pega en toda las partes imaginables de tu anatomía, y estás encontrando pedacitos del mismo durante 3 días.

Y si miras el resultado por dentro, parece que lo haya hecho alguien pero con los pies, de tanto doblez y celo que has puesto.

Pero si malo es el de toda la vida, no te cuento el famoso auto adhesivo, ese ya es para volverte loca.

Lo retiras de la lámina y automáticamente, todas las partículas que haya alrededor se adhieren al pegamento como si les fuera la vida en ello.

Lo vas pegando al libro cuidadosamente pero te van quedando unas engorrosas burbujitas, que por mucho que las frotes con un paño como dicen, no se van ni a tiros (yo termino pinchándolas con una aguja, en serio).

Y como viene enrollado, cortar la medida para forrar el dichoso librito, necesita mínimo de 4 manos y normalmente cuando te pones con esta tarea, todo el mundo está ocupadísimo en casa.
Resultado... igual de pésimo que el del forro normal pero con un interior mejor acabado.

Por ahora creo que ya son suficientes pasos, los próximos ya os lo cuento en otro momento que tenga inspiración y ganas, que acabo de llegar de la papelería, mi nena no tiene pinta de perder ni un gramo, tengo la mesa repleta de celo, no encuentro los calcetines azul marino y me ha llegado el extracto del banco. Menos mal que yo no me había puesto morena, buffff!!!!.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Terminó el verano.

Ya estamos en Septiembre, se acabaron las vacaciones para casi todos, alguno queda por ahí todavía, pero la mayoría de los mortales, ya estamos de vuelta a la cruda realidad.

Da igual si te has largado unos días fuera o si te has quedado en casa, hay algunas cosas que me da la impresión, que vienen arraigadas al periodo vacacional, nos ocurren a todos y si lo piensas que sería del verano sin ellas.

A quien no le ha pasado, de estar tranquilamente en una terracita disfrutando de unas cañas fresquitas, con su copa helada, tus aceitunas verdes (que es que a mi las negras me dan repelús), tus panchitos o patatas, una compañía y conversación de lo más agradable y relajante, cuando de repente... se te planta enfrente de la mesa un canijo, con cara de malo, malo y mirándote fijamente, desliza sus manitas repletas de mugre y todo tipo de bacterias, hasta tu plato de aceitunas y no coge una, nooooo, coge un puñado y toquetea el resto de ellas.

Miras hacia las mesas vecinas, buscando a los padres del angelito y fijo, pero fijo que la tipa que te mira con cara de ¡A qué es un encanto!y a la vez ¡Si le dices algo a mi cachorro, te arranco los ojos!, es la madre del ladrón de aceitunas, bueno a esta altura de la película, el mamón del niño ha arrasado con las aceitunas, los panchitos, las patatas y no se te ha bebido la cerveza, porque no es coca-cola, sino también te la chupetea.

Y aquí es cuando, aunque seas el mismo Herodes y odies a Walt Disney, no tienes más remedio, que esbozar una sonrisa de esas que se te atragantan y le dices al monstruito tragón:

-Anda guapo, porque no te vas un ratito con tú mamá, mira si está allí, su mesa es igual que la nuestra, redondita, con cuatro sillas.., anda mono-.

Pero ya no sirve de nada o te cambias de terraza, o el niño cabrón va a estar cada dos segundos, volviendo a tu mesa y mirándote con cara de empanao, mientras sigue zampándose todos los aperitivos que te pongan.

Las maletas, algo tan simple como un rectángulo con ruedas, puede convertirse en un infierno, en cuestión de segundos. Muchas vacaciones comienzan como el rosario de la aurora por ellas, es así y no tiene vuelta de hoja.

Si viajas en coche familiar, por muy grande y espacioso que sea el maletero del mismo, siempre hay algo que no cabe. La situación suele ser la siguiente:

Tu pareja se baja la maleta tamaño XXL al coche, (a eso de las 5 de la mañana, por aquello de salir con la fresca, que suena fatal pero se dice) y tú te quedas arriba ordenando bajar "cosillas" a los niños, porque esta situación se suele dar sobretodo si tienes hijos, les agencias el cubito con la pala, las aletas, las gafas de buceo, vamos toda la parafernalia playera y les mandas que vuelvan a subir claro, les endosas los neceseres, la nevera portátil con el agua y los zumos... vamos lo normal.

Ya desde la calle te llega un susurro de:

- Dile a tu madre, que deje de bajar cosas-, el tono aun es suave, por lo que al siguiente viaje de los críos, les cargas con otras dos chorraditas y bajas con ellos.

Cuando llegas al coche, tu marido anda haciendo un tetris en el maletero, cagándose en la madre que parió a Panete ( que no se quien es ese, pero mi padre lo decía mucho) y de una mala leche impresionante.

Como el que no quiere la cosa, mientras colocas en el asiento del copiloto, tus cd`s, tu bolso de normal y el de emergencias ( este suele llevar toalla por si alguien se marea, bolsas de plástico por si ya se marean mucho, paracetamol, biodramina, chicles, tampones, compresas, hasta un costurero pequeño, que nunca se sabe cuando puedes necesitarlo), pues mientras, le sueltas al pobre hombre que está dejándose la piel intentando cuadrar el dichoso cubito de playa...

- Arriba quedan dos maletas más, pequeñas ehh, y acuerdate de apagar la caldera- el susodicho alucina en colores, te mira con cara de endemoniado y sube a por las maletas.

Después de aproximadamente una media hora, de sacar y meter cosas del maletero y de una larga retahíla de juramentos en arameo, todo queda colocado y partes rumbo a tu destino vacacional sin más problemas, siempre y cuando no seas tan cabrona de preguntar:

-Cariño, ¿te acordaste de cerrar la llave de paso?-, si eres de esas, preparaté para un viaje movidito.


Otra de las cosas típicas de las vacaciones, sobretodo si es en un hotel  y vas sin hijos, es la parejita que se te pega como una lapa todas las vacaciones.

Llamadme antisocial, pero yo ya tengo amigos y muy buenos por cierto. ¿Tengo cara de querer hacer nuevos amiguitos?, Noooo!!!! mi cara dice, tengo 10 días para hacer lo que me de la gana, a las horas que me apetezca y a mi bola, sin contar con nadie más.

Pues no, por que como te toque una de estas parejas adosadas, te puedes dar por jodida, aparecen por todos los lados y pretenden que te chupes todas las excursiones y salidas que el hotel tiene preparadas.

 Llegas al comedor para desayunar, con los ojos medio cerrados aun y buscando desesperada la cafetera, para enchufártela en vena y allí están saludándote con la manita y haciendo gestos para que te sientes en su mesa.

Bajas a la playa y cuando estás tan agusto, pancita arriba, los ojos cerrados, relajada y con el vaivén de las olas, te dan un susto de muerte y sueltan eso de...

-Que casualidad, con lo grande que es el mar, es que nos encontramos en todos los lados- y tu piensas ahora es 4 o 5 litros mas pequeño, que son los que me he tragado con el susto que me habéis pegado, capullos.

Decides ir a dar un paseo por el pueblo y te sientes en la terraza que te sientes, entres en la tienda que entres, allí están la parejita feliz, bueno feliz... porque normalmente tienen una particularidad, entre ellos no se hablan apenas, te dan la chapa a ti, contándote su vida y milagros en fascículos y encima es todavía más coñazo de lo que tu podías imaginar.

La verdad es que como ya os he dicho, soy antisocial y pelín borde, así que las veces que esto me ha ocurrido o presiento que me va a ocurrir, corto por lo sano, a la segunda "coincidencia" con ellos, lo digo claro y para que no quede margen de error:

-He venido a tomar el sol, comer, descansar y pasar el mayor tiempo posible en la cama, lo demás como que, no me interesa mucho, ya vendré de jubilada para hacer excursiones, me voy a hacer la siesta- y sonriendo mucho, por aquello de parecer educada, me largo sin dar opción a réplica.

Reconozco que soy más de hoteles los prefiero, pero en alguna ocasión he cogido la opción del apartamento, sobretodo si era para un periodo de mas de 10 días y que queréis que os diga, eso de pasarme todo el santo día barriendo arena para luego como dice un amigo mío, seguir encontrándola hasta en la paella, tener que poner lavadoras, tender ropa, hacer comidas o cenas, ordenar todas las mañanas antes de bajar a la playa, recoger la cocina antes de acostarme, bufff es como estar en casa, pero con mosquitos tigres y un colchón que te destroza la espalda, de lo blandito que está el pobre.

Paso, prefiero el hotel, que me levanto y me olvido de todo, hasta de las niñas, que a ellas si que las apunto a toditas las actividades que haya programadas para su edad. Es que ellas si están en edad de ser sociables y conocer gente...

Y es que viajar con niños, conlleva sus riesgos, si normalmente no te hacen ni puñetero caso en su hábitat natural, cuando se desubican, se vuelven locos e hiperactivos.

El primer año que me lleve a mi hija pequeña de vacaciones, era apenas un mico de 1 año, y desde el primer día ya fue un sinvivir. La nena es así, ha salido a la madre creo, el caso es que en cuanto la saqué del carro la primera mañana con sus pañales, esos que dicen que aguantan el baño, que ya os digo yo que es mentira, me pasé los 15 puñeteros días, con el corazón en la boca, persiguiéndola por todo el hotel.

Aprendió rápido que con la pulserita que llevaba en la muñeca, le daban todo lo que pedía, así que si la perdías de vista con acercarte al chiringuito donde estaban las bolsas de patatas fritas y las aceitunas, la encontrabas fijo.

Yo no necesité reloj en todos esos días, sabía exactamente cuando eran las 12;30, las 17;30 y las 22;30 gracias al angelito, si la enana dejaba lo que estuviese haciendo y se encaminaba hacia unas puertas acristaladas, pegadas a la piscina, eran las 12,30 y es que a esa hora sacaban bandejas con fruta fresca para la piscina.Que se levantaba e iba hacia la barbacoa, era la hora de la merienda seguro, yo como una idiota con el potito de frutas detrás de ella y la niña señalando los perritos calientes y con el otro bracito enseñando la pulsera de colores y ya el acabose era por las noches, que con ayuda de su hermana trepaba al taburete más cercano y pedía un helado al pobre camarero, que estaba de curro hasta las orejas poniendo copas.

Lo mejor de todo era que no sabía hablar, balbuceaba palabras sin ningún sentido y señalaba, pero todo el personal del hotel la entendía sin ningún problema, la primera palabra que mi hija pronunció, no fue papá o mamá, no, su primera palabra fue Pocopoco y esto era simple y llanamente comida, que quería pan-pocopoco, que quería patatas-pocopoco, jamón-pocopoco, así que al segundo día todos los camareros, sabían lo que el monstruito pedía.

Me la traje a Madrid echa una bola, más feliz que un regaliz y yo volví con 2 Kilos menos y más cansada de lo que me fui. Menos mal que al año siguiente, ya la admitían en las actividades y con prevenir a los monitores de sus escapadas a los sitios donde hubiese comida, pude relajarme.

Afortunadamente los niños crecen y con los años, se van volviendo más independientes y van más a su bola, este año no ha habido hotel, ni apartamento, ni playa, ha habido jardín, chalet y piscina, una semanita de lo más relajada y con muy buena compañía.

Me he evitado al niño pidón de aperitivos, la parejita feliz, el programa de"niños entretenidos, padres felices" y la experiencia sin parangón de las maletas en el coche, que con 3 bikinis y 2 camisetas lo he apañado. Además mi peque ya habla perfectamente y sabe coger la comida ella solita del frigorífico, así que ni de eso me he tenido que ocupar.

Desde luego el año que viene, no se por donde andaré pero repito, esta vez dos semanas, que una semana se me ha hecho corta, con el permiso de la dueña de la casa claro.

A disfrutar de Septiembre gente!!!.