Esta gente de la Seguridad Social se toma su tiempo, hacen suyo el refrán de "las prisas nunca fueron buenas" y claro ahí te tienen esperando, porque el bultito que yo tenía en el lado izquierdo del cuello, era del tamaño de un garbanzo (antes de ponerlo en remojo) y cuando he entrado en quirófano, parecía que de un momento a otro iba a salir el bicho de Alíen a darme los buenos días.
Pero bueno ya me lo han quitado, que era lo que importaba y además he vivido una experiencia que.. la verdad no tengo palabras, es totalmente indescriptible pero lo voy a intentar.
El servicio encargado de comunicarte la fecha y hora de tu operación, te llaman 4 días antes (porque lógicamente, tú no tienes otra cosa más que hacer, que estar pegada al teléfono día y noche esperando durante meses la dichosa llamadita).
Además deben tener contratada una tarifa telefónica malísima, porque la llamada es de lo más escueta:
- Buenas tardes,¿ está Ud. pendiente de una operación, aquí en el Ramón y Cajal ?- todo junto, de corrido y sin respirar.
Claro, a mi que me pilla totalmente desprevenida, porque después de tantos meses, si no fuese porque me veo el Alíen cuando me peino, se me habría olvidado ya que tenía que operarme y solo acierto a contestar medio alelada:
- Ehhhhh, si, si soy yo - esa es otra, que soy yo lo supongo, porque esta mujer no me ha preguntado ni mi nombre, pero yo para cerciorarme de que es mi operación y no la de alguien que se tiene que operar a corazón abierto, se lo digo tal y como viene en mi DNI, incluyendo la coletilla de "soy del 72", porque como hace poco me decía un amigo.. con mi nombre y apellidos debe haber unas 200.000.
- Muy bien, tiene que estar Ud. el miércoles día 2, a las 8 de la mañana, con un desayuno ligero, su cartilla del seguro y bolsa de aseo, en la -2 Izquierda, siga Ud. la línea verde hasta el final. Sea puntual, gracias. -
Madre mía, si no me ha dado tiempo a coger ni el bolígrafo, en mi cabeza retengo fragmentos sobre líneas verdes, aseo, hora... Claro que como llaman desde números privados, no tengo manera de contactar de nuevo con ellos, así que hago un ejercicio de memoria y me lo apunto todo en un papelito.
Ese mismo día por la noche, a las 22.30 para ser más exactos (ya les vale las horitas), me vuelven a llamar, esta vez por lo menos, la que habla respira cada 3 o 4 palabras y además se explica algo mejor, por lo que cuando cuelga, tengo más claro todo y se a que hora me operan, el quirófano donde lo van a hacer y muy importante, que me tengo que llevar zapatillas de "estar en casa", de esas de cuadritos vaya. Me acaban de partir, yo no tengo zapatillas de esas, que ando descalza por casa con calcetines gorditos, pues tendré que comprarme unas, que la tía me lo ha recalcado un par de veces.
El esperado día 2, me presento donde me han indicado y como no... el famoso dispensador de números de la carnicería, pescadería, etc.. el 49 me ha tocado, yo creo que hay gente que duerme en el hospital haciendo cola, para pillar los primeros números, como en los conciertos, porque sino no lo entiendo, son las 7:55 de la mañana y ya me dan el 49.
Bueno no me puedo quejar, son las 8.15 y ya me han dicho a que planta debo dirigirme y allá que me voy. Me acompaña mi amiga Rosa y nos indican a las dos que esperemos mientras que terminan de limpiar la habitación, yo llevo un dolor de lumbago que no puedo con mi vida que hay que fastidiarse no me podía haber dado otro día.. pues no, precisamente hoy.
Cuando ya pasamos a la habitación es de tres camas y mis compañeras son dos señoras que las pobres ya no cumplen los 60, bueno ni los 60 ni los 70. Aparecen dos auxiliares que me dejan un montón de toallas, un pijama y unos vasitos pequeñitos de plástico, donde me explican, está un gel con el cual tengo que lavar la zona a operar, porque es muy importante, ya que lleva un potente antiséptico, antibacterias y anti no se que más, la leche vaya. Yo a todo digo que si claro, como para llevarlas la contraria.
A mi pregunta de donde está la ducha, las chicas me contestan como si fuese lo más normal del mundo, que solo hay 2 duchas para toda la planta, así que ellas mismas nos irán llamando a intervalos, para que todas las que tenemos que ser operadas esa tarde vayamos pasando, alucinada que estoy ¡2 duchas para toda una planta de hospital !, luego me dicen que soy una tiquis miquis cuando digo que los hospitales huelen raro, ya se porque es.. huele a choto, pero camuflado con todos los antisépticos y lejía que echan para limpiar los suelos.
Me quedo allí parada y procedo a ponerme el pijama que me han dado, cuando salgo del baño (que por cierto es canijo y lleno de trastos de mis vecinas de cama), mi amiga Rosa se parte, estoy hecha un cuadro. Esa chaqueta del pijama con botones y cuello pico, el cual como es enorme, me llega a la altura del ombligo y por tanto se me ven hasta el ombligo, pero y el pantalón... me queda tan corto, que yo que soy un poco horterilla con el tema calcetín y siempre los llevo de colores chillones y dibujitos cantosos, pues imaginar el cuadro, ahhh y el resultado final complementado con unas zapatillas de estar por casa de los chinos, feas como un demonio, porque como ya he dicho que yo no las uso y no me las pienso volver a poner en mi vida, pues me he gastado 4 € en ellas.
Muy digna yo, me siento en la cama y entonces me fijo que en el pasillo, justo enfrente de mi habitación, han colocado una pequeña sala de espera improvisada con 5 sillas, donde los familiares acuden a llamar por el móvil y a pasar el tiempo, cuando las enfermeras les echan del cuarto de los pacientes, para hacer barrabasadas a los pobres enfermos (sacarles sangre, quitarles la vía, etc..) y claro como los seres humanos somos así de morbosos y cotillas, todos se sientan y miran hacia mi habitación, porque tiene una vista perfecta de mi cama y así matan el tiempo de espera.
Pues hala, yo también tengo que esperar a que vengan con mi número de turno para la ducha, una enfermera entra en la habitación y me dice que a las 3 de la tarde me operan en el quirófano nº 2, que si soy alérgica a algo y que me tiene que poner la vacuna del tétanos.
- ¿La vacuna del tétanos?, ¿qué pasa que con la crisis, los bisturies los tenéis oxidados?- le pregunto yo, por romper un poco el hielo y porque recuerdo que de pequeña una vez me la pusieron, porque me hice una brecha con un hierro oxidado del jardín.
La cara de la tía, todo un poema si la dejan esta me abre el cuello ella misma con el cuchillo de la bandeja de comida de mi compi de habitación ¡qué poco sentido del humor tiene la gente ultimamente!.
Esta mujer tan encantadora se larga y otra vez nos quedamos la pobre Rosa y yo esperando.
De repente entra un tío alto, con el pelo blanco y muy sonriente, me da la mano y me dice:
- Hola, soy tu cirujano, ¿preparada para llevar collar de perlas el resto de tu vida, para tapar la cicatriz que te voy a dejar?- todo esto sin quitar ni por un momento la enorme sonrisa que luce, que fíjate tú, me da por asociarla al Jocker de la peli de Batman.
¡Coño!, este si tiene sentido del humor... pero del que acojona. Le sonrío y le digo muy pancha, - Hombre si no te importa, yo prefiero los fulares de colores, que van a hacerme el mismo servicio, pero son más monos ¿no?- hala haber como te quedas, graciosillo.
- ¡Qué no mujer!, que te voy a hacer un corte tan fino que ni se va a notar, ¿te han informado de la operación?- y sigue sonriéndome.- Es una operación de unas 2 horas, tiene sus complicaciones ya que dependiendo del lugar en el que se encuentre el nódulo, podemos tocar las cuerdas vocales... no pasa casi nunca, pero puede pasar-
-- No fastidies, que yo si no puedo hablar, fijo que me da un jamacuco- no si al final el tío este con lo tranquilita que yo estaba, va a terminar dejándome con un ataque de ansiedad.
- Hala, hala, tu tranquilita que un rato nos vemos en el quirófano, ni te vas a enterar ya verás que bien- me vuelve a dar la mano y se va con su sonrisa de comodín de cartas tan contento.
Ya me ha dado el día el jodío, nos ponemos a charlar sobre otras cosas, para quitarnos el mal rollo que nos ha dejado en el cuerpo a las dos y entonces llegan mis cuñados, mi cuñada Bea es un encanto y además es de esas personas que transmite tranquilidad aun sin darse cuenta, pero su marido José, es todo lo contrario, como le da pavor todo lo relacionado con los médicos y hospitales, se pasea inquieto por la habitación, con cara de preocupación y angustia el pobre, hasta que al final se pira a fumarse un cigarrillo y encima va y me lo dice... a mí, que ahora mismo vendería a mi padre por uno, mecagoentooo...
En teoría tienen que subirme al quirófano a las 15.00 horas, pero antes me tengo que duchar y lavarme muy requetebién la zona del cuello con el gel ese que ya he comentado, pero son las 14.30 y aquí no ha venido nadie a darme la vez para la ducha, que descontrol tiene esta gente, igual luego en 5 minutos, nos tenemos que duchar de 3 en 3.
Las 14.55, entra un celador, también muy sonriente (deben exigirlo por contrato, o sonríes en los momentos jodidos o a la calle) y me suelta:
-¿Tú eres Pilar?, pues quitaté toda la ropa interior y te metes a la camita, que nos vamos de paseo al quirófano, no dirás que no somos puntuales, 5 minutos justos para las 3.-
- Es que no me han llamado para ducharme y como me tengo que lavar la zona a operar con el gel ese especial, para que la zona quede totalmente libre de todo bicho viviente...-
- Nada, nada, que seguro que tú eres muy limpia y te has duchado esta mañanita antes de venir, ¿a qué si?- y sigue sonriendo.
-Pues si...- me dan ganas de decirle, que yo me ducho todas las "mañanitas" como dice él, para ir donde sea, pero que lo hago con mi gel en crema monogotas de vainilla (del Mercadona y que os recomiendo, porqué te deja un olor genial en la piel..), a lo que vamos, que mi gel no es antiséptico, ni antibacterias, ni nada de eso, es Gel y punto. No me extraña que luego haya infecciones de quirófano, ¿porqué y si no te has duchado en casa, antes de ir?, aparte de ser un poquito espesa, que eso es aparte... hala, todos los virus que lleves encima para dentro cuando te abran.
Me lleva a toda caña por los pasillos y ahí es donde descubro el lugar donde colocan la cámara en las películas y series de hospitales, cuando sale el techo y los fluorescentes, en la almohada, la panorámica es la misma.
Llegamos a la planta en cuestión y deja mi cama aparcada al lado de la pared (toda blanca, blanquísima y con un olor a lejía que echa para atrás, mira... esto si que lo han limpiado con el gel ese, fijo).
- Espera aquí un momentito- yo no se donde quiere que me vaya, si no se ni en que parte del hospital estoy y además estoy en pelotas, como no me enrolle con la sábana y salga corriendo por la escalera de incendios...
El ratito se convierte en ratazo y traen a otra pobre como yo para el matadero, también en pelotas, pero esta tiene peor suerte, su sábana se ve que se ha lavado más veces y es practicamente transparente y con el frío que hace.. pues podéis imaginar, un poema y allí nos dejan a las dos aparcadas, surgiendo la típica conversación de ascensor:
- Hola- dice ella.
- Hola- respondo.
- Si que hace frío aquí- continua.
- Pues sí- contesto.
- Espero que no tarden mucho- mirándome.
- Eso espero- la miro yo a ella esperando la próxima pregunta, que ya se cual es y me niego a que antes de meterme en el quirófano, alguien me cuente su enfermedad y lo difícil que es su operación, lo siento soy así de borde. Así que me vuelvo, me pongo a mirar a mi cuñado, que ya da vueltas como los leones enjaulados en el zoo y me hago la loca.
Salen por la puerta y dicen algo así como que me despida, así que me dan dos besos y funcionando, para dentro. Cuando veo a la anestesista, me dan ganas de preguntar cuando ha terminado la carrera, joder si debe tener unos 10 años menos que yo e incluso juraría que alguno menos, pero me callo, no vaya a ser que se sienta ofendida y me ponga menos anestesia de la que necesito. Aquí ya no os puedo contar nada más porque me dio una buena dosis y me quedé frita en cero coma (va por ti Alberto).
Cuando me desperté y me llevaron a la habitación, me encontraba fenomenal, oye no me dolía mucho y podía hablar perfectamente, ufff ¡ qué alivio!, se fueron las visitas y allí me quedé a merced de los celadores, enfermeras, ats e incluso de las de la limpieza, la leche.
Pero eso ya os lo contaré otro día, que ahora tengo que salir a la calle y no veas lo que tardo en colocarme el dichoso fular de colores.
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